Propuesta de cambio

Es difícil encontrar hoy en día una ciudad que no tenga sus monumentos, plazas y vías con iluminación de todo tipo. Pero no se trata de intentar que no se iluminen, sino de iluminar, pero iluminar bien, aprovechando todo el rendimiento que tienen las luminarias que actualmente se encuentran en el mercado. El hecho de iluminar mucho, usando lámparas de gran voltaje, no implica que estemos haciendo lo correcto.

La ciencia avanza, los sistemas constructivos también, pero no tenemos por qué avanzar a costa de otras cosas. Por el contrario, todo debería estar en armonía, sin molestar a nadie, y lo mejor de todo, esto no es una utopía, sino que es posible: se puede conseguir sin renunciar al progreso.

Numerosas agrupaciones ecologistas y, sobre todo, astronómicas, están dando la voz de alarma sobre un problema que nos afecta a todos. Hoy en día, es muy difícil encontrar un lugar donde poder observar el cielo. En concreto, el halo luminoso que desprende la ciudad de Sevilla llega a observarse incluso a más de 20 kilómetros de la ciudad, haciendo imposible la observación del firmamento en la dirección en la que se sitúa nuestra ciudad (COAAT, s.f.).

Para dirigir y mejorar el rendimiento del flujo luminoso hay que actuar sobre todo en el diseño de la luminaria y en la elección de las lámparas. Hay diferentes tipos de luminarias que todos conocemos y vemos diariamente en las calles. Ellas disponen de sistemas de reflexión de la luz y de dispersores la cual aumenta el campo de iluminación. Los típicos faroles como los que se encuentran en la Plaza Nueva tienen muy fácil arreglo. Solamente consiste en el cambio de lugar de la bombilla, actualmente se coloca verticalmente y de esta forma se pierde flujo luminoso hacia arriba, por lo que perdemos energía. La solución consistiría en colocar la bombilla en la parte superior, la cual tendría un buen sistema de reflexión (COAAT, s.f.).

Gracias al Colegio oficial de aparejadores y arquitectos técnicos de Sevilla, y por la revista Aparejadores de ésta misma institución (s.f.), podemos hablar de los siguientes tipos de luminaria, y proponer algunas soluciones sencillas:

Una de las luminarias que producen mayor contaminación lumínica son las farolas tipo globo, llamadas también “chupa-chups”. El rendimiento de esta luminaria es relativamente bajo, ya que más del 50% del flujo se pierde en el cielo, incluso no alumbra bien hacia abajo debido a que queda una zona oscura en la base del poste. Oscureciendo su parte superior y colocando un reflector de la misma forma que la anterior se obtendría un rendimiento mucho mayor.

Los proyectores simétricos son los que mandan más luz hacia el cielo. La manera de solucionar esto podría ser sustituyendo estos proyectos por otros disimétricos, que lleven la luz hasta donde realmente queremos. Otro sistema para conseguir este mismo efecto, pero con los proyectores simétricos, es convirtiéndolos en disimétricos, lo cual se puede hacer colocando una rejilla de forma que evite que la luz se escape hacia arriba. Este tipo de iluminación se encuentra sobre todo en aeropuertos, grandes superficies comerciales e instalaciones deportivas. Este efecto, donde mejor podemos apreciarlo, es en los estadios de fútbol, donde se puede ver el halo luminoso que se desprende del estadio cuando se está jugando un partido.

La ornamentación luminosa de los edificios y monumentos se hace normalmente de abajo hacia arriba. Esta iluminación se hace, sobre todo, por comodidad, aportando al edificio una luz que parece bastante artificial e irreal, a veces creando sombras y relieves que no se aprecian con la luz del día. Para iluminar un monumento, debería recrearse el mismo efecto que produce la luz solar. Se podrían colocar proyectores en las fachadas de los edificios imitando la luz del día, y haciendo más real lo que se mira.

A veces, cuando planteamos el problema a personas desinformadas, nos suelen salir con el tópico de que queremos “dejarlo todo a oscuras”, cuando lo que pretendemos no es otra cosa que utilizar menos luz para iluminar mejor.

Por otro lado, después de hablar de las soluciones propuestas por el Colegio Oficial de aparejadores y arquitectos técnicos de Sevilla, vamos a hablar ahora de las recomendaciones de Astrogea (s.f.). Algunas ya se han mencionado con anterioridad, pero quizás la forma de plasmárnoslas sea diferente:

  • Hay que evitar la emisión directa de luz hacia el cielo, cosa que se consigue usando luminarias orientadas en paralelo al horizonte, con bombillas bien apantalladas y eficientes, de la potencia necesaria para alumbrar el suelo de acuerdo con los criterios de seguridad, pero no más. Es, también, aconsejable, emplear con frecuencia las luminarias que tengan el vidrio refractor de cerramiento plano y transparente.
  • A ello hay que añadir el apagado de alumbrados ornamentales y de grandes espacios exteriores que resultan injustificables a partir de cierta hora. Dichos espacios suelen alumbrarse con potentes proyectores orientados incorrectamente que dispersan mucha luz hacia el cielo y también en direcciones laterales. Si esto se hace, se aprovecha al máximo la energía y se reduce considerablemente el consumo. También hay que remodelar este tipo de alumbrado, cambiando bombillas, variando su inclinación y utilizando dispositivos que eviten la dispersión de la luz fuera del área a iluminar.
  • Existen, además, otros factores de ahorro, como el contratar la tarifa más ventajosa con la compañía eléctrica, tener un buen plan de mantenimiento de las instalaciones, o reducir la potencia instalada, respetando los límites de seguridad, con lo que se alarga la vida de las instalaciones. En el capítulo del ahorro a largo plazo, los beneficios son incalculables, en términos de disminución del efecto invernadero, de la lluvia ácida y la producción de residuos radioactivos. Si pensamos en las catástrofes futuras que se derivan del calentamiento global del planeta y lo que puede significar ahorrárselas, la elección es clara. Existe, además, una poderosa razón que aconseja emprender dichos cambios: la inversión económica necesaria para realizarlos se amortiza en menos de dos años con el descenso del consumo. Sorprendentemente, se trata del único problema medioambiental cuya solución no implica inversiones a fondo perdido, sino que genera beneficios.

Los ayuntamientos de algunas localidades están ya actuando para avanzar sobre el tema. Existe una ley con valor sólo en Canarias, que es la Ley del Cielo 31/1988, la cual está destinada al apoyo de la comunidad astronómica que se encuentra en las Islas para evitar que el exceso de luz interfiera en sus investigaciones. Otro lugar mucho más cercano es Córdoba, donde no hace mucho ha entrado en vigor una Ordenanza, la cual intenta proteger el cielo de esta bella ciudad, y protege sus parajes naturales.

En Madrid, el Ayuntamiento se ha comprometido a no colocar más farolas tipo globo, y a sustituir progresivamente las que ya hay instaladas. Pero donde se está más por el tema es en Cataluña, donde ya se está estudiando en la Generalitat la posibilidad de redactar alguna normativa que evite este efecto. En esta región de España, ya hay numerosos ayuntamientos que están evitando el exceso de iluminación con el consiguiente ahorro en su factura de la luz. Actualmente, hay en España numerosas instituciones y agrupaciones que intentan luchar por concienciar a todos de proteger el cielo. La mayoría son agrupaciones astronómicas y ecologistas tales como Greenpeace, Agrupación Astronómica de Madrid, etc. También hay instituciones públicas, como la O.T.P.C. (Oficina Técnica Para la Protección del Cielo) que pertenece al Instituto Astrofísico de Canarias. Aparte de las existentes en España, hay numerosas instituciones en todo el mundo que tocan este tema. El problema es que hay muy poco publicado, por no decir nada; casi todos los documentos técnicos que existen se encuentran en Internet, y lo que se publica es sobre todo en revistas especializadas de astronomía (COAAT, s.f.).

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